Frente a mí hay en un caballete una fotografía en gran formato de un paisaje al anochecer, alguien la esta reproduciendo; no sé muy bien si pintándola o haciendo un tapiz. No soy capaz de diferenciarlo.
La foto está desgastada como si la hubiesen cogido una y otra vez para mirarla bien, para observar los pequeños detalles y ampliarlos con fidelidad al llevarlos al telar, a la obra final.
Todo está muy ordenado, esperando la siguiente sesión de trabajo, todo tiene la pulcritud y el orden que se espera de un buen alumno, de un artesano ilusionado.
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