Diréis,
¿y esta foto?.
Pues tiene sus historias, una es que cuando la tomé fue una de esas ocasiones en que te alegras de tener una cámara aceptable en el móvil.
La otra por supuesto es que me trae un recuerdo a la mente, la de una tarde de lluvia, que nos pilla a todo el mundo desprevenido y tenemos que refugiarnos deprisa y corriendo bajo las terrazas para no empaparnos, y en contra de lo que esperamos, esto no dura unos minutos como es habitual en las tormentas, sino al menos 15.
En fin, la cosa comienza a resultar molesta, bajo la terraza nos miramos unos a otros con cara de - parece que no escampa, con todo lo que tengo que hacer- mi hija pequeña, que me acompaña, está encantada con la situación.
De pronto, sale el sol con brío y ahí deslumbrante ante nosotros, aparece un gran arco iris; nos quedamos boquiabiertos mirándolo, mi hija grita de alegría, todos lo comentan en nuestro pequeño refugio bajo las terrazas y en esas para de llover. La magia que había embelesado a todos los "naufragos" se pierde, salen del parapeto y reanudan su vida como si nada, como si aquel instante de fulgor de la naturaleza nunca hubiese ocurrido ante ellos. Tal vez alguien se acuerde tras la cena y comente sentado en el sofá a su cónyuge - sabes, esta tarde he visto un arco iris alucinante, justo cuando paró de llover - y el/ella le conteste desde la cocina trasteando para preparar un té - ¿que?, ¿como dices cielín? - y el otro que ve en la tele que ya comienza Gran Hermano le diga - no, nada, nada...- y ahí quede todo.
Yo, sin embargo, saqué mi teléfono e hice esta foto, se lo conté a mi chica y se la enseñe, y además para redondear el asunto, nosotros no seguimos Gran Hermano.